[Marcos] “Este enseñar ‘con autoridad’ es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen.”

Etimología de la palabra “autoridad”: Viene del latín “auctoritas”, cuya raíz es “augere” que significa aupar, promover, hacer progresar. Desde su etimología, autoridad” es una cualidad creadora de ser, así como de progreso. Vaya con la palabreja, lo que nos revela. ¿Cómo comprender de otro modo la autoridad de Dios y cómo no desear que quienes tienen autoridad en la Iglesia y en la sociedad hagan de verdad por tenerla? Si leemos desde esta compresión de “autoridad” la lectura de la Carta a los Hebreos la comprenderemos mucho mejor.

La autoridad de Jesús no consiste en que es el Hijo de Dios y por ello goza del poder y la fuerza del Padre sino en el modo de ejercer ese poder y usar Su fuerza agachándose hacia los caídos, plegándose ante los pequeños, inclinándose ante los que no se pueden levantar para ofrecerse como una nueva escala de Jacob que los alza de todo aquello que los enajena de su verdadera dignidad y destino.

El Verbo eterno usa su poder para abajarse, para vaciarse de las prerrogativas de Su divinidad y hacerse tan pequeño como la mayor de las criaturas puestas sobre la tierra, el ser humano. Haciéndose como nosotros nos enseña el modo de levantarnos, el tipo de vida que nos permitirá enderezarnos y caminar siempre hacia delante,  hacia arriba, evolucionando y progresando unidos en el desarrollo de las capacidades dadas por el Creador, siendo la mayor de ellas la de ser y vivir como hijos de Dios a imagen y semejanza de la forma de vivir del Unigénito, en esta tierra primero y junto a Él después. Eso es tener Autoridad.